La educación a distancia (EaD) con base en su aplicación reporta ventajas y desventajas que día con día se ajustan con miras a lograr una mejor educación y así ayudar a cambiar el enfoque que tiene la sociedad sobre la educación virtual (no siempre favorable). La educación presencial debería ser un preámbulo de los modelos a distancia y por tanto debe ajustarse a las nuevas necesidades de aprendizaje de los estudiantes contemporáneos de tal forma que facilite la transición hacia la EaD.
Para lograr esta excelencia es necesario trabajar en el diseño instruccional, en su implementación y en la evaluación del mismo ya que este implica no sólo la creación de materiales de aprendizaje, definición de estrategias pedagógicas a utilizar, selección de tecnologías a emplear y conformación del equipo de trabajo, sino también el desarrollo, la implantación, administración y evaluación de la instrucción, para así lograr satisfacer las necesidades de estudiantes, de los profesores/tutores y de la institución.
La elaboración de los materiales deberá basarse en las necesidades que genere el diseño instruccional y no en las “facilidades” que puedan representar ciertas tecnologías, estas tendrán que ser seleccionadas cuidadosamente de tal forma que den soporte a las actividades que resulten más adecuadas para los objetivos de aprendizaje a lograr con base en las estrategias pedagógicas que se deseen utilizar. Entre estas, se tiene una cierta tendencia hacia los modelos constructivistas ya que estos permiten al estudiante descubrir su conocimiento y crear andamiajes para conocimientos posteriores y que a su vez se alinean con una de las características más relevantes de la EaD que es la de flexibilizar el ritmo de adquisición del conocimiento.
Para evaluar los aprendizajes, el diseño instruccional debe crear nuevos mecanismos que midan los conocimientos adquiridos y que a la vez tomen en cuenta el proceso seguido, estos procesos no deberían ser contemplados sólo en la EaD, a los modelos presenciales les urge una evolución que permita medir el grado de adquisición de ciertas competencias y habilidades.
La selección de las tecnologías a emplear no puede supeditarse al gusto de los estudiantes o de los profesores, por ello es de vital importancia conformar un equipo de trabajo multidisciplinario que establezca las necesidades de aprendizaje, de comunicación e interacción entre los actores, de evaluación y retroalimentación para los estudiantes y para el curso mismo de tal forma que el experto en tecnología cuente con los elementos necesarios para determinar las aplicaciones y programas más adecuados a utilizar en cada curso. Un diseño instruccional muy bien desarrollado podría servir de base para la creación de programas computacionales o plataformas educativas genéricas hechas a la medida para cursos de EaD, en contraparte, la ausencia de diseños instruccionales en los cursos a distancia ha contribuido en cierta forma a crear la desconfianza que aún se tiene en esta modalidad educativa.
El diseño instruccional debe dejar de ser visto como un proceso inherente a la EaD y extenderse hacia los modelos presenciales, la forma de interacción no parece ser tan relevante como si lo es el definir las estrategias más adecuadas para cada tipo de aprendizaje a lograr.
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