jueves, 22 de septiembre de 2011

La percepción de la educación a distancia

La experiencia cotidiana en el devenir de la historia ha demostrado, entre otras muchas cosas, que los hombres ponen poca confianza en las innovaciones tecnológicas hasta que sus ventajas son más que obvias o hasta que no les queda otra opción. Innovar no es un proceso fácil y menos en el campo de las tecnologías educativas, pues éstas no han pasado todavía por el filtro de la experiencia sólida. La adopción constante de nuevas tecnologías, en especial de la informática y la comunicación, y el buen manejo de éstas en los ambientes educativos es, hoy por hoy, una necesidad insoslayable del proceso docente al mismo tiempo que una opción válida para el estudiante. El proceso de aprendizaje, pues, no es ajeno a los cambios tecnológicos y el que se lleva a cabo mediante el empleo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) es el último paso de la evolución en la educación.

En el marco de esta visión, el modelo educativo que permite entenderla y aprovecharla al máximo es el constructivista, el que asume que el estudiante es el actor principal de la acción educativa y de su propia forma de aprender, y el proceso metodológico que mejor se adapta a ello es el de la Educación a Distancia (EaD); es decir, el sistema tecnológico que sustituye la interacción personal profesor-alumno mediante el empleo de recursos didácticos que propician el aprendizaje autónomo de los estudiante.

Ensalzada por unos, vilipendiada por otros, padecida por algunos, aprovechada eficazmente por ciertos grupos, la EaD empezó su camino como una alternativa poco valorada para alcanzar un grado académico pero que, hoy en día, con el advenimiento de la feroz competitividad laboral, el crecimiento vertiginoso de las TIC y la necesidad de educación permanente en la sociedad del conocimiento, ha probado su eficacia para lograr aprendizajes significativos y que por siguiente todo centro docente de prestigio incluye en su oferta educativa.