Por su parte, el constructivismo es la corriente educativa del postmodernismo que afirma que el conocimiento es un proceso mental que cada individuo construye para sí mismo día con día de acuerdo a sus necesidades y a su interacción con el entorno. En consecuencia, el conocimiento no es una copia de la realidad sino una construcción de la persona que se efectúa con los conocimientos previos que posee y con los que ya construyó su relación con el medio que lo rodea. El constructivismo implica un proceso activo por parte del alumno, ubicándolo como el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje, el cual debe construir su propio conocimiento a partir de la experiencia y la interacción con el medio ambiente. Lo que trae consigo que el profesor debe actuar como facilitador o guía, animando a los estudiantes a investigar, curiosear y construir el conocimiento mediante el análisis de situaciones reales, ya sea individual o de forma colaborativa.
Así, las implicaciones educativas que trae la perspectiva del constructivismo en el pensamiento postmoderno es, en la actualidad, la perspectiva predominante bajo la cual trabajan muchas instituciones educativas, particularmente de nivel superior, pues con ello se consigue: poner las riendas del aprendizaje en manos del educando, implicar de manera activa a las personas en el proceso de aprender, la formación de representaciones y asociaciones mentales que no necesariamente se reflejan en cambios de conducta visibles, la unión e interconexión de conocimientos, creencias, actitudes y emociones, y el relacionar la nueva información con la que ya se conoce para facilitar su interpretación. El nuevo paradigma es “aprender a aprender” y se vuelve la única guía fiable en una sociedad donde el conocimiento se crea, acumula y renueva continuamente.
Haciendo una interpretación epistemológica a la manera de González y Bernet (2005), quienes declaran que ni los supuestos históricos, psicológicos o sociológicos que llevan a la obtención del conocimiento, ni el estilo intelectual del tipo de pensamiento postmoderno son los ideales para generar productos pedagógicos, Barreto et al. (2006) señalan que el constructivismo presenta opiniones contradictorias y argumentos disímiles que producen confusión ya que sus planteamientos giran alrededor de una misma corriente a la que no proveen de homogeneidad en los criterios. Por tal motivo, estos autores argumentan dos objeciones importantes a la pedagogía constructivista: primera, tomar como verdades absolutas los supuestos del constructivismo da pie a que se sigan ignorando de fondo cómo es que los educandos construyen su conocimiento, qué posición debe adoptar el saber formativo en cuanto a esta dificultad, cómo influyen las características propias de las circunstancias y cuál es el mecanismo empleado por los docentes para ejercer influencia. Segunda, los planteamientos constructivistas hacen mucho más énfasis en la parte intelectual que implica un aprendizaje y dejan de lado factores de desarrollo morales, sociales, afectivos y de motivación, vitales incluso para que se dé el aprendizaje, pero que quedan puestos en un segundo plano porque no se entiende todavía con claridad la función que desempeñan.
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