miércoles, 13 de diciembre de 2017

Centros educativos en sus torres de marfil



Sigo interesado en tomar cursos de escritura para la web. Quiero tener un blog bien escrito que interese a mis lectores y aspiro a tener una publicación periodística digital en el campo de la educación… ¿y por qué no? también quisiera para un futuro no muy lejano llegar a ser escritor de libros; es mi siguiente etapa en mi formación humanista.

Como soy un convencido de la educación formal, me puse a buscar instituciones que me ofrecieran la tan anhelada capacitación. Descubrí varios lugares interesantes en mi ciudad: la Escuela de Escritores de la SOGEM, la Escuela Mexicana de Escritores (sin página web), el Centro Villaurrutia, la UNAM, Casa Lamm... Todos estos lugares tienen sistemas escolarizados presenciales que privilegian la formación de jóvenes. La oferta de cursos para adultos que trabajan es mucho menor y también, por supuesto, presencial; todos también quedan lejísimos de mi zona geográfica de vivienda y trabajo. Difícil alternativa. Exploré sus sitios web para ver cuál era su oferta de e-learning y descubrí con sorpresa -y desencanto- que salvo por algunos cursos en la UNAM y la EME, que usa el email como herramienta básica (primitiva, diría yo) de “educación en línea”, no hay nada de educación a distancia en estos sitios que se precian de ser la flor y la nata de la formación de escritores en México. Es una pena.

Una nueva búsqueda en la web me dio dos flamantes pistas a seguir: el Centro de Formación en Periodismo Digital de la UDG y la Escuela de Escritores de Madrid, ambas con una oferta asombrosa de cursos y talleres en línea para estudiantes de todas las edades, profesiones y lugares del mundo.

Dicen que para muestra basta un botón, y éste es más que representativo de la transformación que están viviendo los sistemas educativos en todas partes: los que reconocen la necesidad del cambio en las estructuras de enseñanza-aprendizaje acordes con estos tiempos y los que se resisten a la adopción de las innovaciones que marca la evolución de la sociedad y que prefieren quedarse en sus torres de marfil.

Por un lado, instituciones que plantean modelos de aprendizaje interactivos adaptables a las necesidades de estos tiempos y de sus educandos, basados en competencias y que usan intensivamente las TIC para diversificar los canales para acercar el conocimiento a más personas. Y por otro instituciones con quienes no hay globalización que valga; ni siquiera se permiten reconocer que ahora la educación es una necesidad de toda la vida y que hay que recurrir a ella de manera constante en este mundo de alta competencia laboral, sin descuidar por ello el trabajo o la familia. Es una pena que estas instituciones no se den cuenta de que hoy en día el saber no se encuentra ya nada más entre sus cuatro paredes. Estos centros siguen buscando la exclusividad y el prestigio como canal único de aprendizaje. Asimilan de manera selectiva las tendencias en la educación filtrando sólo aquellas que le aseguraran la centralización, y por ende, el control del proceso educativo. Siguen usando modelos de aprendizaje directo, basados en la palabra del profesor y en la recepción del alumno… están con un pie en el siglo XIX y otro en el XXI.

Imagen tomada de la película "El nombre de la rosa".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario