miércoles, 13 de diciembre de 2017

Cuando las cosas en el trabajo no salen como se planearon



A veces ocurre que, luego de un cambio, descubres que las cosas no son como las imaginaste o no salen como se planearon. Es una situación que pasa con frecuencia en todos los ámbitos de la vida, pero que se vuelve especialmente sensible cuando se trata de un trabajo nuevo o nos dan un ascenso.

Cualquier cambio de trabajo trae oportunidades que deben evaluarse con objetividad pero también riesgos que requieren estudiarse con cuidado. En la misma medida, quien se enfrenta al cambio laboral tendría también que hacer la valoración de las fortalezas con que cuenta para enfrentar sus nuevos retos y las debilidades que podrían dificultar su desempeño al cambiar de funciones.
Por supuesto, se pueden hacer todas estas cosas y aun así descubrir al cabo de un tiempo que la situación cambió o que las estimaciones no fueron tan acertadas. Puede ser que descubres que tu quehacer no es tan interesante como lo imaginaste, que no trae aparejados nuevos aprendizajes o el sueldo prometido, que te desempeñas por debajo de tus posibilidades o que la relación con tu jefe resulta muy difícil y trae consigo una desvaloración de tu trabajo o tu persona. Todo esto genera estrés, frustración y termina por desmotivar.

Si detectas que lo que te ocurre va más allá de una cuestión de tolerancia al cambio o de adaptación al entorno laboral y ello impacta en tu desarrollo profesional y tu satisfacción personal, es momento de pensar en la manera de salir esa situación para buscar una mejor.

Qué hacer:
  1. Reflexiona antes de decidir. La decisión de cambiar un trabajo poco motivante por uno nuevo trae consigo una carga emocional fuerte. Antes de tomar una decisión analiza qué te desmotiva, qué oportunidades de desarrollo tienes todavía donde te encuentras y si vale la pena luchar por ellas. Tómate el tiempo que sea necesario para aclarar tus pensamientos.
  2. Evalúa tu satisfacción. Sé honesto contigo mismo y valora tu grado de satisfacción total con tu trabajo, incluyendo los aspectos secundarios, como bonos y prestaciones, y los intangibles, como el prestigio de la empresa. ¿Eso lo puedes encontrar o superar en una nueva posición?
  3. Diagnostica tus oportunidades. ¿Puedes hacer algo para mejorar tu situación actual? Evalúa si tu puesto puede brindarte opciones a futuro, con base en tu experiencia y el tamaño de la empresa. Si aún ves posibilidades, considera una aclaración de la situación con tu jefe, una renegociación de las condiciones o quizá un movimiento lateral hacia otro departamento.
  4. Construye tu “Plan B”. Si a pesar de lo anterior no puedes mejorar tu situación laboral actual, habrá llegado el momento de buscar una nueva oportunidad. Si sabes lo que quieres y lo tienes claro, sólo tienes que trazar un plan realista para conseguirlo… al menos más realista que el que te condujo a tu situación actual. Recuerda las palabras de Víctor Martín, CEO de Wiluve: Sin plan no hay premio.
  5. Enfrenta el miedo al cambio. Es importante aceptar los cambios que nos depara la vida laboral y el saber adaptarse a ellos es una competencia importante, como también importa estar preparado para realizar cualquier cambio profesional cuando la situación lo requiera; pero sobre todo, es importante no atarse a una ambiente que no te motiva o no te ofrece más oportunidades de crecimiento.
Imagen: Autónomo_images

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