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Escrito por Mónica Diaz de Peralta, el 17/05/2010
En México, varios municipios practican el llamado “Miércoles Ciudadano” en el que el Presidente Municipal sale a la explanada frente al Palacio para escuchar las peticiones y quejas de los ciudadanos en un horario pre-establecido. La medida pretende acercar al gobierno a la gente y abrir canales de comunicación. Fue inspirado en esa idea que mi buen amigo Luis Vargas, profesor del Tec de Monterrey y académico de hueso colorado instauró su propia versión de esta práctica.
La intención era crear un espacio de comunicación con sus estudiantes, quienes lo conocen como un estricto maestro, celoso de su deber y enfocado en una alta exigencia académica. ¿Cómo podía acercarse a ellos de manera efectiva? El salón de clase no parecía ser el entorno más indicado en su caso. Así que, un miércoles al mes, decidió instalarse en un café y recibir a los alumnos que quisieran hablar con él de cualquier tema menos dudas técnicas de la clase. Al principio, les prometió comprarles un café, sandwich o lo que quisieran. Y, sí, en esas primeras sesiones los alumnos llegaban simplemente a ver si de verdad les pagaba el café. Pero el esfuerzo de tiempo y disponibilidad rindió frutos. Poco a poco, los estudiantes en lugar de requerir un café, se sentían invitados por la simple posibilidad de hablar con él de temas diversos. Dudas de otras materias, conversaciones sobre cómo se sienten en clase y qué tal están aprendiendo, ofertas de trabajos adicionales para construir la calificación, y simples pláticas de café se han dado en ese momento.
¿Qué hizo el profesor para propiciarlo? Principalmente, presentarse consistentemente y trabajar consigo mismo en mantener una mente abierta. Aunque el ejercicio lleva ya varios ciclos escolares, es en éste en el que ha resultado más provechoso, gracias a una política de clase que hace más responsables a los alumnos de su propio aprendizaje así como de la demostración de sus conocimientos. Fue en el miércoles ciudadano, por ejemplo, que surgió la idea de hacer exámenes en pares, con un nivel más elevado y la posibilidad de colaborar en las soluciones. Fue en una reunión de alumnos en ese café que el profesor tuvo la posibilidad de explicarles porqué hacer 200 ejercicios de práctica del libro no demostraba tánto el aprendizaje como una investigación de una nueva tecnología, única en México de uso de materiales para tanques de automóvil.
El Profesor Vargas ha creado algo más que un canal de comunicación, ha creado una interacción distinta con sus estudiantes, una posibilidad para él de entender mejor sus necesidades y de negociar asuntos que enriquecen su vida académica sin lidiar con la distancia y la autoridad que aparecen en el salón. Si esto suena como algo que quisieras hacer con tu equipo, hay algunas cosas a considerar:
Busca un lugar simbólico del tipo de interacción que deseas generar. El café, en este caso, simboliza una plática relajada e informal. Dependiendo de la intención y del grupo en cuestión, pudiera ser en un lugar distinto, o con una actividad asociada. Hace años estuve en un equipo que acostumbraba jugar basquetbol o tochito cada mañana y nos funcionaba a todos de maravilla.
Ten paciencia. Ofrece un gancho atractivo para que les intrigue venir, y luego espera en lo que tú y el equipo se acostumbran a la nueva forma de interactuar. Esto no puede ser proyecto de un par de veces. Es deseable establecer una tradición que se contagie con el tiempo. La periodicidad y el cumplimiento ayudan a establecer que esto va en serio.
Implementa lo que se habla. Los alumnos de Luis regresan porque ven cambios en el salón de clase. No hay un compromiso de aceptar todo lo que se hable, pero sí de escuchar con atención y hacer todo lo que sí se comprometa a hacer.
No olvides la mente abierta. Este ejercicio tiene que tener un elemento de autenticidad implícito. Hay que interesarse de verdad por quienes asisten, escucharlos, estar preparados para lo que venga.
En México, varios municipios practican el llamado “Miércoles Ciudadano” en el que el Presidente Municipal sale a la explanada frente al Palacio para escuchar las peticiones y quejas de los ciudadanos en un horario pre-establecido. La medida pretende acercar al gobierno a la gente y abrir canales de comunicación. Fue inspirado en esa idea que mi buen amigo Luis Vargas, profesor del Tec de Monterrey y académico de hueso colorado instauró su propia versión de esta práctica.
La intención era crear un espacio de comunicación con sus estudiantes, quienes lo conocen como un estricto maestro, celoso de su deber y enfocado en una alta exigencia académica. ¿Cómo podía acercarse a ellos de manera efectiva? El salón de clase no parecía ser el entorno más indicado en su caso. Así que, un miércoles al mes, decidió instalarse en un café y recibir a los alumnos que quisieran hablar con él de cualquier tema menos dudas técnicas de la clase. Al principio, les prometió comprarles un café, sandwich o lo que quisieran. Y, sí, en esas primeras sesiones los alumnos llegaban simplemente a ver si de verdad les pagaba el café. Pero el esfuerzo de tiempo y disponibilidad rindió frutos. Poco a poco, los estudiantes en lugar de requerir un café, se sentían invitados por la simple posibilidad de hablar con él de temas diversos. Dudas de otras materias, conversaciones sobre cómo se sienten en clase y qué tal están aprendiendo, ofertas de trabajos adicionales para construir la calificación, y simples pláticas de café se han dado en ese momento.
¿Qué hizo el profesor para propiciarlo? Principalmente, presentarse consistentemente y trabajar consigo mismo en mantener una mente abierta. Aunque el ejercicio lleva ya varios ciclos escolares, es en éste en el que ha resultado más provechoso, gracias a una política de clase que hace más responsables a los alumnos de su propio aprendizaje así como de la demostración de sus conocimientos. Fue en el miércoles ciudadano, por ejemplo, que surgió la idea de hacer exámenes en pares, con un nivel más elevado y la posibilidad de colaborar en las soluciones. Fue en una reunión de alumnos en ese café que el profesor tuvo la posibilidad de explicarles porqué hacer 200 ejercicios de práctica del libro no demostraba tánto el aprendizaje como una investigación de una nueva tecnología, única en México de uso de materiales para tanques de automóvil.
El Profesor Vargas ha creado algo más que un canal de comunicación, ha creado una interacción distinta con sus estudiantes, una posibilidad para él de entender mejor sus necesidades y de negociar asuntos que enriquecen su vida académica sin lidiar con la distancia y la autoridad que aparecen en el salón. Si esto suena como algo que quisieras hacer con tu equipo, hay algunas cosas a considerar:
Busca un lugar simbólico del tipo de interacción que deseas generar. El café, en este caso, simboliza una plática relajada e informal. Dependiendo de la intención y del grupo en cuestión, pudiera ser en un lugar distinto, o con una actividad asociada. Hace años estuve en un equipo que acostumbraba jugar basquetbol o tochito cada mañana y nos funcionaba a todos de maravilla.
Ten paciencia. Ofrece un gancho atractivo para que les intrigue venir, y luego espera en lo que tú y el equipo se acostumbran a la nueva forma de interactuar. Esto no puede ser proyecto de un par de veces. Es deseable establecer una tradición que se contagie con el tiempo. La periodicidad y el cumplimiento ayudan a establecer que esto va en serio.
Implementa lo que se habla. Los alumnos de Luis regresan porque ven cambios en el salón de clase. No hay un compromiso de aceptar todo lo que se hable, pero sí de escuchar con atención y hacer todo lo que sí se comprometa a hacer.
No olvides la mente abierta. Este ejercicio tiene que tener un elemento de autenticidad implícito. Hay que interesarse de verdad por quienes asisten, escucharlos, estar preparados para lo que venga.
Versión original en: http://www.e-quidam.com/elblog/?p=497
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