Como se mencionó anteriormente, el nuevo paradigma constructivista de la educación en la sociedad del conocimiento es el “aprender a aprender”, que cambia la perspectiva acerca de cómo debe aprender el alumno y cómo debe enseñar el profesor.
Hay un cambio en los roles de los participantes. Ahora el alumno es el autor de su propio aprendizaje, por lo que debe buscar una diversidad de canales alternativos de conocimiento para alcanzarlo, lo que lo vuelve independiente respecto al profesor como canal; esto le exige la adquisición de nuevos saberes y destrezas. La experiencia que va adquiriendo en este proceso se vuelve así mismo un recurso de aprendizaje para sí y para otros y lo hace sensible a que en su proceso educativo intervienen elementos culturales que lo enriquecen. Sí, hay muchos retos y muchos beneficios para el estudiante en este cambio de paradigma.
¿Y para el profesor? ¿Qué retos enfrenta bajo esta nueva perspectiva? No es fácil que el docente asimile estos cambios pues el modelo tradicional está fuertemente arraigado en su mente, en su biología. Ahora se le piden mucho más habilidades y competencias, mismos que debe ser capaz de actualizar constantemente porque su contexto también cambia… y que tienen que ser puestas al servicio del proceso constructivo de su alumno. Ahora debe abdicar a su postura de detentador del conocimiento, para convertirse en un canal más y cambiar por ello su papel hacia uno más maduro, el que le pide que sea asesor, coordinador de aprendizajes, administrador, motivador y consejero. Tomando conciencia, además, que su función apoya la formación de un aprendizaje social que no puede ser separado del aprendizaje técnico.
Hay un cambio en los roles de los participantes. Ahora el alumno es el autor de su propio aprendizaje, por lo que debe buscar una diversidad de canales alternativos de conocimiento para alcanzarlo, lo que lo vuelve independiente respecto al profesor como canal; esto le exige la adquisición de nuevos saberes y destrezas. La experiencia que va adquiriendo en este proceso se vuelve así mismo un recurso de aprendizaje para sí y para otros y lo hace sensible a que en su proceso educativo intervienen elementos culturales que lo enriquecen. Sí, hay muchos retos y muchos beneficios para el estudiante en este cambio de paradigma.
¿Y para el profesor? ¿Qué retos enfrenta bajo esta nueva perspectiva? No es fácil que el docente asimile estos cambios pues el modelo tradicional está fuertemente arraigado en su mente, en su biología. Ahora se le piden mucho más habilidades y competencias, mismos que debe ser capaz de actualizar constantemente porque su contexto también cambia… y que tienen que ser puestas al servicio del proceso constructivo de su alumno. Ahora debe abdicar a su postura de detentador del conocimiento, para convertirse en un canal más y cambiar por ello su papel hacia uno más maduro, el que le pide que sea asesor, coordinador de aprendizajes, administrador, motivador y consejero. Tomando conciencia, además, que su función apoya la formación de un aprendizaje social que no puede ser separado del aprendizaje técnico.
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