viernes, 27 de octubre de 2017

Procesos de aprendizaje I: cognitivismo


La tarea docente enfrenta al maestro a la necesidad de tener claras cuestiones elementales tales como qué es el aprendizaje y cómo ocurre en una persona. Para que un profesor pueda realizar su tarea de manera efectiva, es recomendable que conozca a profundidad lo que es y lo que implica el proceso completo de aprendizaje, tanto desde el aspecto puramente biológico como desde las perspectivas psicológica, pedagógica y hasta filosófica. Sin importar la perspectiva que se adopte en ese estudio, una manera efectiva para verificar que se haya dado un aprendizaje es cuando se observa que hay un cambio en la conducta del aprendiz.
El desarrollo de la especie humana sobre el resto de los seres vivos debe su éxito a su enorme capacidad de aprendizaje, lo que le brinda un grado elevado de flexibilidad y, en consecuencia, de adaptabilidad a muy distintos entornos. Dado que transmitimos esa experiencia a nuestros hijos, cada generación va siendo más sabia que la anterior. Se aprenden habilidades, destrezas, actitudes, valores y hasta emociones con base en la acumulación de experiencias. Aprender se vuelve un acto que modifica la conducta de una persona como consecuencia de la experiencia, la enseñanza, la observación o el estudio.
Hoy en día, la descripción de qué es aprendizaje tiene varias corrientes: el cognitivismo, el aprendizaje significativo y el constructivismo. Cada una aporta perspectivas que en la visión postmoderna de la educación pueden complementarse: a) el aprendizaje no se puede observar, pero sí sus consecuencias; b) el aprendizaje es significativo cuando puede incorporarse a las estructuras cognitivas del sujeto; c) el aprendizaje se construye como una interpretación de la realidad.
Y ¿cómo se sabe que ha habido un aprendizaje? De acuerdo a Ormrond (2008) se puede evidenciar el aprendizaje por medio de alguno (o varios) de los de cinco testimonios siguientes: llevando a cabo conductas nuevas, cambiando la frecuencia de conductas existentes, cambiando la velocidad de una conducta existente, modificando su complejidad o bien respondiendo de manera diferente ante determinados estímulos.
En las investigaciones del aprendizaje del siglo XX, que buscaban incorporar los aspectos mentales a las teorías de aprendizaje, que habían quedado fuera por la propuesta conductista, se llevaron al cognitivismo una teoría que busca explicar la manera en que las personas perciben, interpretan, recuerdan y piensan sobre los acontecimientos ambientales que experimentan. Aunque el descontento hacia las teorías basadas únicamente en estímulos y respuestas databa de décadas atrás, pudiéndose encontrar en los trabajos de la Gestalt, Piaget y Vygotsky. De hecho, las teorías de estos investigadores siguen formando parte de las perspectivas actuales del aprendizaje humano dado que son las más globales con que se cuenta: incorporan lenguaje, pensamiento, juicio moral, sociedad y cultura, conceptos de tiempo, espacio y número.
Para Piaget la inteligencia es la consecuencia del juego entre dos atributos: la organización y la adaptación. El primero implica la existencia de estructuras de conocimiento que llevan a conductas específicas; el segundo es la combinación de dos procesos simultáneos: la asimilación y la acomodación. En la primera, se incorporan nuevos acontecimientos o nueva información a las estructuras ya existentes, en tanto que el segundo es el proceso de cambio que experimentan tales esquemas por el hecho de haber sido asimilados.
Bajo este enfoque, la inteligencia funciona por una dinámica de desequilibrios que se presenta cuando los esquemas intelectuales que se poseen no sirven para manejar la nueva información que se recibe del entorno; así, las estructuras antiguas comienzan a adaptarse y a avanzar hacia niveles más altos y complejos, con ello se asimila la contradicción cognoscitiva y desaparece el desequilibrio. Consecuentemente, el desarrollo de la inteligencia se da al pasar sucesiva y constantemente por etapas de equilibrio-desequilibrio-equilibrio cada vez más complejos. La asimilación y la acomodación son procesos complementarios que le permiten al individuo interpretar los acontecimientos nuevos a partir del conocimiento que ya tiene.

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