Los que no saben soñar son más propensos al aburrimiento
Charles Langbrindge Morgan
Hoy en día es común ver a niños
y adolescentes frente a su teléfono o tableta para evitar que se aburran o que
den la lata. Empero, esta solución práctica de los padres digitales está creando
un problema profundo: la desaparición del aburrimiento como experiencia
cotidiana. Como advierte Writer’s Digest, “estamos criando a una generación que
nunca ha conocido el verdadero aburrimiento, esa picazón enloquecedora de una
tarde vacía que solo se calma creando algo nuevo”.
El aburrimiento ha sido
históricamente un motor de creatividad. Cuando no había distractores digitales,
los niños inventaban juegos, historias, dibujaban o simplemente buscaban una
manera de entretenerse, dentro o fuera de casa. Hoy, en cambio, el acceso
constante a pantallas ha reducido estos espacios de imaginación y reflexión. La
pregunta es inevitable: ¿qué pasa con la creatividad infantil cuando nunca
permitimos que nuestros hijos se aburran?
Lejos de ser una pérdida de
tiempo, el aburrimiento es un estado que empuja al cerebro a buscar estímulos,
soluciones y nuevas formas de exploración. El aburrimiento, según la psicóloga clínica
Jennifer Delgado, ayuda a los niños y adolescentes a desarrollar una
resiliencia emocional que les será de utilidad en la vida adulta. En un
artículo publicado en la revista Children & Screens, se dice que es
un estado que impulsa a imaginar escenarios alternos y nuevas metas, lo que
desarrolla el pensamiento divergente, clave para la innovación y la resolución
de problemas complejos.
Pasar mucho tiempo ante las
pantallas afecta la capacidad de las infancias para resolver problemas de forma
creativa ya que reduce la experiencia práctica en ese campo y limita el tiempo
libre para pensar, explorar con la imaginación o crear cosas con las manos.
Cada que se entrega un dispositivo a un niño para tenerlo quieto, se corre el
riesgo de condenar su capacidad para descubrir cosas nuevas y resolver
situaciones fuera de las pantallas.
Aunque pareciera que la cosa es al revés, que las pantallas ofrecen un océano de posibilidades de entretenimiento, aprendizaje y conexión social, éstas se consumen de manera pasiva y estructurada. Muchos videojuegos tienen reglas definidas, mientras que los videos de YouTube muestran una secuencia predeterminada y las redes sociales están diseñadas para retener la atención, lo que significa que queda poco espacio para la creación espontánea.
Por supuesto, la tecnología
también puede inspirar. El pintor Timothy Lai, por ejemplo, explica cómo usa
tableros digitales para organizar sus ideas y explorar temas recurrentes.
Además, las aplicaciones educativas, la narración digital y la realidad
aumentada pueden ser aliadas si se usan con intencionalidad pedagógica. El
desafío está en encontrar un equilibrio: aprovechar lo mejor de lo digital sin
que sustituya la experiencia del aburrimiento y la creación propia.
La clave está en distinguir
entre distracción útil e inútil. Soñar despierto puede ser una forma
constructiva de divagación mental que conduce a la incubación de ideas. Por el
contrario, el desplazamiento interminable en redes sociales suele fragmentar la
atención y generar fatiga cognitiva.
Aunque
parezca raro, los expertos sugieren reservar tiempo libre para aburrirse.
Negarle a las infancias la
posibilidad de aburrirse no es un asunto menor, pues el aburrimiento cumple una
función estructural en el desarrollo. Al eliminarlo mediante la
hiperestimulación digital, se empobrece no solo la experiencia cotidiana, sino
dimensiones críticas del crecimiento infantil.
Aburrirse es parte del
entrenamiento para la vida, ya que favorece la comunicación, fortalece la
autorregulación, enriquece la imaginación y protege la salud mental. Privar a niños y adolescentes de ese recurso natural implica limitar su capacidad para
desarrollar herramientas esenciales en un mundo cada vez más complejo. Como
explica el terapeuta Kent Toussaint: “El aburrimiento es la semilla de la
creatividad, pero cuando lo evitamos todo el tiempo, los niños nunca necesitan
crear, aprender una habilidad o hacer amigos”.
El aburrimiento no es un
enemigo a erradicar, sino un recurso pedagógico y emocional a recuperar. En
medio de la saturación digital, permitirnos y permitir a las infancias habitar
esos vacíos creativos pueden ser la clave para formar generaciones más
resilientes, imaginativas y capaces de enfrentar un mundo en constante cambio.
Fuente: Delgado, P. (2025, octubre). El arte perdido del aburrimiento: cómo el tiempo frente a la pantalla está matando la creatividad, Edu News. https://observatorio.tec.mx/edu-news/