21 de noviembre de 2025

Los beneficios de aburrirse (II)


Imagen: Freepik


Los que no saben soñar son más propensos al aburrimiento

 Charles Langbrindge Morgan

 

Hoy en día es común ver a niños y adolescentes frente a su teléfono o tableta para evitar que se aburran o que den la lata. Empero, esta solución práctica de los padres digitales está creando un problema profundo: la desaparición del aburrimiento como experiencia cotidiana. Como advierte Writer’s Digest, “estamos criando a una generación que nunca ha conocido el verdadero aburrimiento, esa picazón enloquecedora de una tarde vacía que solo se calma creando algo nuevo”.

El aburrimiento ha sido históricamente un motor de creatividad. Cuando no había distractores digitales, los niños inventaban juegos, historias, dibujaban o simplemente buscaban una manera de entretenerse, dentro o fuera de casa. Hoy, en cambio, el acceso constante a pantallas ha reducido estos espacios de imaginación y reflexión. La pregunta es inevitable: ¿qué pasa con la creatividad infantil cuando nunca permitimos que nuestros hijos se aburran?

Lejos de ser una pérdida de tiempo, el aburrimiento es un estado que empuja al cerebro a buscar estímulos, soluciones y nuevas formas de exploración. El aburrimiento, según la psicóloga clínica Jennifer Delgado, ayuda a los niños y adolescentes a desarrollar una resiliencia emocional que les será de utilidad en la vida adulta. En un artículo publicado en la revista Children & Screens, se dice que es un estado que impulsa a imaginar escenarios alternos y nuevas metas, lo que desarrolla el pensamiento divergente, clave para la innovación y la resolución de problemas complejos.

Pasar mucho tiempo ante las pantallas afecta la capacidad de las infancias para resolver problemas de forma creativa ya que reduce la experiencia práctica en ese campo y limita el tiempo libre para pensar, explorar con la imaginación o crear cosas con las manos. Cada que se entrega un dispositivo a un niño para tenerlo quieto, se corre el riesgo de condenar su capacidad para descubrir cosas nuevas y resolver situaciones fuera de las pantallas.

Aunque pareciera que la cosa es al revés, que las pantallas ofrecen un océano de posibilidades de entretenimiento, aprendizaje y conexión social, éstas se consumen de manera pasiva y estructurada. Muchos videojuegos tienen reglas definidas, mientras que los videos de YouTube muestran una secuencia predeterminada y las redes sociales están diseñadas para retener la atención, lo que significa que queda poco espacio para la creación espontánea.

Por supuesto, la tecnología también puede inspirar. El pintor Timothy Lai, por ejemplo, explica cómo usa tableros digitales para organizar sus ideas y explorar temas recurrentes. Además, las aplicaciones educativas, la narración digital y la realidad aumentada pueden ser aliadas si se usan con intencionalidad pedagógica. El desafío está en encontrar un equilibrio: aprovechar lo mejor de lo digital sin que sustituya la experiencia del aburrimiento y la creación propia.

La clave está en distinguir entre distracción útil e inútil. Soñar despierto puede ser una forma constructiva de divagación mental que conduce a la incubación de ideas. Por el contrario, el desplazamiento interminable en redes sociales suele fragmentar la atención y generar fatiga cognitiva.

 

Aunque parezca raro, los expertos sugieren reservar tiempo libre para aburrirse.

 

Negarle a las infancias la posibilidad de aburrirse no es un asunto menor, pues el aburrimiento cumple una función estructural en el desarrollo. Al eliminarlo mediante la hiperestimulación digital, se empobrece no solo la experiencia cotidiana, sino dimensiones críticas del crecimiento infantil.

Aburrirse es parte del entrenamiento para la vida, ya que favorece la comunicación, fortalece la autorregulación, enriquece la imaginación y protege la salud mental. Privar a niños y adolescentes de ese recurso natural implica limitar su capacidad para desarrollar herramientas esenciales en un mundo cada vez más complejo. Como explica el terapeuta Kent Toussaint: “El aburrimiento es la semilla de la creatividad, pero cuando lo evitamos todo el tiempo, los niños nunca necesitan crear, aprender una habilidad o hacer amigos”.

El aburrimiento no es un enemigo a erradicar, sino un recurso pedagógico y emocional a recuperar. En medio de la saturación digital, permitirnos y permitir a las infancias habitar esos vacíos creativos pueden ser la clave para formar generaciones más resilientes, imaginativas y capaces de enfrentar un mundo en constante cambio.


Fuente: Delgado, P. (2025, octubre). El arte perdido del aburrimiento: cómo el tiempo frente a la pantalla está matando la creatividad, Edu Newshttps://observatorio.tec.mx/edu-news/

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