miércoles, 17 de abril de 2013

Termina la maestría en Tecnología Educativa


Hoy finalmente presenté el examen de grado de la maestría en Tecnología Educativa y no sólo lo aprobé por unanimidad, sino que se me otorgó una felicitación especial del jurado por la calidad de la investigación.

Me siento satisfecho y liberado, con ese alivio que se siente al quitarse unos zapatos que te aprietan muchísimo y ya te dejaron ampollas. Fue un periodo difícil que me sacó de mi espacio de confort ingenieril y me obligó a ver otros horizontes, que ahora son más amplios, y aunque la última parte del camino -la de la tesis- fue francamente penosa (por no decir penuda, que como adjetivo le va mejor), la balanza se inclina a favor de lo que gané que de lo que perdí o dejé en el camino.

Aprendizajes me llevo muchos: técnicos, académicos, prácticos, de habilidades, de actitudes; pero también de ejemplos de un modelo de docencia frío, meramente atento a la cuestión procedimental y con muy poco toque humano, que espero tener siempre presente para no reproducir en mi propia práctica educativa. La calidad y la calidez no tienen que ser mutuamente excluyentes.

Con todo, lo bueno y lo malo, quedo profundamente agradecido; en especial para con el TEC-CEM quien nuevamente tuvo fe en mí y me otorgó por segunda vez en mi vida una beca para la realización de estos estudios que, a partir de hoy, se le regresan a través de mi trabajo docente en sus aulas.

Se cierra un ciclo más. Llegó el tiempo de dar gracias, llegó el tiempo de celebrar.

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