Reflexiones
al finalizar el #Plan2012
Estamos en
la etapa final del año y del #Plan2012 y es momento de mirar atrás para revisar
qué hicimos, qué logramos y qué no, qué aprendimos con cada paso y, sobre todo,
para agradecer por todo ello. Es también la oportunidad de capitalizar todos
esos aprendizajes para lanzarnos de mejor manera hacia el año 2013 con
confianza y alegría. Y también, más preparados, claro.
Si me
dijeran que lo definiera en un solo adjetivo, yo diría que 2012 fue un año fructífero para mí… y eso que, por
motivos que comentaré enseguida, no pude cumplir más del 60% de mis metas
planteadas. ¿Se imaginan cómo hubiera sido si le pego al 90 ó al 100%? ¡Wow!
En el
#Plan2012 puse 7 estrategias fundamentales de las que se derivaron metas
ambiciosas y abundantes que contemplaron mi desarrollo personal, mi trabajo y
mi familia. Por mencionar sólo 3 ejemplos les diré que: 1) Saqué adelante de
manera muy exitosa mis estudios del posgrado en educación. 2) Conseguí ponerme a
la vanguardia educativa en mi trabajo y a nivel nacional mediante mucha
capacitación y el desarrollo de un proyecto de aprendizaje móvil. 3) Y logré
mantener mis finanzas en estado saludable, en números negros, todo el año (de
esto me siento particularmente orgulloso, porque nunca antes lo había
conseguido y porque en especial este fue un año con unas finanzas muy difíciles,
no tuve ingresos adicionales, pero a pesar de ello yo no empeoré la situación
contratando deuda innecesaria).
En resumen, trabajé
de manera enfocada, estratégica, siguiendo paso a paso los caminos que me
dirigían al lugar al que yo quería ir. Pude confirmar el propósito de vida que
me había trazado y comprobar que, al final, había éxito. Pero no el éxito
entendido como el tener más cuestiones materiales, sino el de disfrutar más y
mejor de lo que tengo y de compartirlo con los demás. Por todo ello le doy las gracias a Quidam y a su directora, Mónica Díaz, quien es mi coach personal en estas aventuras.
Pero como se
dice en términos coloquiales, “no le medí bien el agua a los camotes”. Todo iba
muy bien hasta que llegó el verano y comencé la tesis de la maestría. Y aunque
la dicha tesis estaba alineada con 3 de las metas del año, a partir de ese
momento se me acabó el tiempo para todo lo demás debido a lo demandante que
resultó sacar adelante este proyecto. Mi atención, mi tiempo, mi esfuerzo y mis
recursos estuvieron centrados principalmente en esta meta… y las demás que
faltaban se resintieron por ello.
No me
gustaría que me vuelva a pasar. Máxime que para el 2013 me queda terminar la
última parte de esa tesis y presentar el examen de grado. Así que, ¿cómo hacerle?
Planeando
mejor, claro. Metas más aterrizadas y en menor número, quizá también.
La
experiencia de este año me deja claro que no podemos ir por la vida con todo planeado, y que esperar que todo
suceda como nosotros lo deseamos en una ingenuidad, por no decir arrogancia.
Pero sí que es útil saber a dónde quieres llegar al final del camino.
Y eso me
hace recordar unas palabras de una de las personas que han tenido más
influencia en mi vida: Juan López Díaz, quien fuera el director de la División
de Ingeniería en el CEM hace ya varios años. En una ocasión, Juan me dio un
obsequio por algo que hice. Ya no recuerdo qué hice bien ni qué me regaló, pero
junto al obsequio iba una nota cuyas palabras se me quedaron grabadas en la
mente hasta el día de hoy (yo creo que ese mensaje fue el verdadero regalo): “Los
sueños son como las estrellas, no se pueden alcanzar con la mano, pero igual que a los marinos en el
mar, nos ayudan a encontrar nuestro camino y a
llegar a nuestro destino”.
Así veo
ahora este plan que estoy iniciando junto con Quidam, como la guía que me
ayudará a encontrar mi camino y a llegar al puerto al que deseo llegar.
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