Todo desarrollo de producto en el campo de la informática trae aparejada la verificación de calidad del software propuesto antes de que éste quede a disposición del usuario potencial; básicamente se trata de probar el producto con el objeto de valorar tanto sus hitos como sus posibles fallos.
La importancia de asumir las mejoras del Objeto de Aprendizaje (OA) radica en lo que comentan Simari y Torneiro (2009) de hacer un proceso reflexivo de autocrítica que brinde luz sobre una realidad, la cual servirá para verificar si se están logrando los objetivos que se pretenden (en este caso, desarrollar convenientemente una habilidad en el uso de las TIC), para hacer las modificaciones necesarias, para analizar la satisfacción del usuario, pero sobre todo, para reforzar el valor de una cultura de calidad que evalúe constantemente los desarrollos tecnológicos con estándares y resultados concretos buscando siempre la mejora continua de lo que se emprende.
Así, entrevistando al usuario, en este caso el alumno de reciente ingreso a nivel licenciatura, se consigue conocer de manera directa si se logra el aprendizaje de la competencia que se desea desarrollar y si éste es satisfactorio. La perspectiva del diseñador instruccional ayuda a verificar si en efecto se alcanzan las metas educativas propuestas en el OA al analizar la implementación de los mecanismos que permitan alcanzarla. La visión del experto tecnológico se encarga de verificar que los componentes tecnológicos como software, plataforma, conectividad, etc. puedan sustentar adecuadamente el desempeño del objeto. Y la intervención del diseñador gráfico comprueba que en todo momento se alcance la comunicación verbal, visual y textual del OA.