31 de octubre de 2025
30 de octubre de 2025
Que te mantenga el gobierno II
29 de octubre de 2025
Que te mantenga el gobierno
A continuación me permito reproducir la columna:
México enfrenta una transición
demográfica acelerada que, combinada con una baja educación y salud financiera
de la población, está configurando una auténtica bomba de tiempo social.
Los datos oficiales del INEGI
sobre inclusión y salud financieras, así como las proyecciones poblacionales,
demuestran que, como sociedad y Estado, estamos fallando en la preparación para
el gran reto del envejecimiento.
El primer campanazo es
ineludible: la población de 60 años o más crece a un ritmo de más de medio
millón de personas cada año. Esta tendencia es tan marcada que, para el año
2030, se proyecta que el número de adultos mayores superará al de jóvenes en el
país. El bono demográfico se agota, pero el colchón financiero para amortiguar
este cambio está prácticamente ausente.
Las encuestas nacionales
de Inclusión Financiera (ENIF) y de Salud Financiera (ENSAFI) del INEGI —en las
que reparé, gracias a la recomendación del financiero José Antonio Ezquerra—
arrojan cifras que evidencian esta falta de previsión. El mexicano promedio no
sólo está mal preparado, sino que vive con la ilusión de que el gobierno
resolverá su futuro.
En apenas tres años, el
porcentaje de mexicanos que piensa solventar sus gastos en la vejez con
subsidios se disparó de 57.2 a 68.2 por ciento (entre 2021 y 2024). A esto se
suma que un alarmante 43.8% espera cubrirlos con dinero de familiares.
La falta de preparación
individual se refleja en la escasa penetración de instrumentos de previsión.
Aunque se observa un ligero aumento en el tiempo, sólo 63% de la población de 18
a 70 años cuenta con una cuenta de ahorro formal. La situación del crédito es
igualmente precaria: únicamente 37.3% tiene algún tipo de crédito. De este
grupo, la mayoría (22.6%) utiliza una tarjeta departamental, que representa el
crédito más caro y menos productivo del mercado, mientras que sólo 5.6% tiene
acceso a un crédito de vivienda, la forma de deuda más barata que además genera
un activo patrimonial.
El panorama se oscurece
al mirar los mecanismos de protección: sólo 22.9% de los mexicanos tiene algún
tipo de seguro, y de éstos, una minoría (apenas 7.5%) cuenta con un seguro de
gastos médicos, esencial para enfrentar los riesgos de salud en la vejez.
Respecto al ahorro para el retiro, apenas 42.2% de los mexicanos cuenta con una
afore, pero el compromiso para robustecerla es casi nulo: en 2024, únicamente
8.6% de los afiliados realizó una aportación voluntaria.
Todos estos datos
convergen en la cruda realidad de una población que vive al día y con un
profundo estrés financiero. A 45.9% de los mexicanos de 18 años y más nunca o
casi nunca le sobra dinero a final de mes. La fragilidad es palpable: 45.4%
tiene preocupación de tener que gastar en imprevistos, una cifra que ilustra el
alto nivel de ansiedad financiera. Los efectos son profundos: 48.4% de los
mexicanos están muy preocupados por la acumulación de deudas, y esta angustia
se traduce en estrés financiero, que se refleja con afectaciones fisiológicas o
psicológicas. La consecuencia directa es que 34.6% de los mexicanos carece de
la capacidad de hacer frente a un gasto o imprevisto importante.
Lo más preocupante es el
pesimismo sobre la propia capacidad. Sólo cuatro de cada 10 mexicanos tienen
confianza en sus habilidades para administrar su dinero día a día, y apenas uno
de cada cuatro para planificar su futuro financiero. Los datos de INEGI revelan
que más de la mitad de los mexicanos (52.7%) siente que sus ahorros son
insuficientes.
Los datos de la ENIF y la
ENSAFI son un llamado de atención urgente. Revelan que un alto porcentaje de
mexicanos de entre 18 y 70 años no se está preparando, ni tiene las
herramientas ni la resiliencia para enfrentar su futuro. Es indispensable que
el gobierno deje de fomentar un asistencialismo que genera dependencia y, en su
lugar, implemente una política de educación financiera agresiva que fomente el
ahorro formal, el uso inteligente del crédito, la previsión en salud y la
responsabilidad individual ante el retiro, antes de que esta bomba demográfica
y financiera estalle.
Pascal Beltrán del Río,
Bitácora del director: Bomba de tiempo social y espejismo del bienestar. Excelsior,
29 de octubre de 2025.
28 de octubre de 2025
22 de octubre de 2025
Administrar el tiempo
Pasó por mi TL esta estupenda infografía llena de tips útiles y sencillos para hacer una buena gestión del tiempo, no solo en el trabajo, sino en la vida cotidiana:
14 de octubre de 2025
7 de octubre de 2025
Usos y desusos en el español mexicano
Comentaba yo en unos posteos anteriores las dificultades ocasionales que he tenido para entender el habla “incluyente” de algunas de mis colegas de humanidades y el de las palabras derivadas del mundo digital de mis alumnos.
Pero no fue sino hasta este fin de semana, que estuve viendo unas películas viejitas del cine mexicano (años 40 y 60), que caí a la cuenta en el uso de palabras y expresiones de esas épocas que ya no se emplean más y que para mis estudiantes quizá resultan tan incomprensibles como sus expresiones lo serían para estas personas. Ahora ya nadie se pone “abusadillo” para “agarrar un ruletero” ni anda “entacuchado”. Ya no están “en onda” ni van de “jalada en jalada”, no se preguntan “¿qué jáis?” ni acicatean con un “¡pícale!”… y, por supuesto, ahora a nadie “le cae el veinte”.
Nada más ilustrativo para revelar el cambio en el español oral mexicano que ver el cine nacional, tomando como muestra algunos de sus filmes más representativos, que son también un muestrario del habla cotidiana de los personajes que buscan plasmar: Ahí está el detalle (1940), Nosotros los pobres (1948), Los olvidados (1950), La juventud se impone (1962), Los Caifanes (1966), Mecánica Nacional (1972), Rojo amanecer (1989), La ley de Herodes (1999) o Roma (2018), por mencionar solo algunos.
Todas estas películas están llenas de palabras y expresiones que muchos entendemos todavía (los que ya no nos cocemos al primer hervor), pero que en este mundo de nativos digitales ya casi no usamos, sea porque ahora no suenan bien, porque las hemos olvidado, porque no las entiende la gente, porque hoy en día significan algo muy diferente… o porque cada vez quedamos menos de los que sí las conocimos y empleábamos en el día a día.
Terminé este domingo sintiéndome nostálgico y con ánimo reivindicador. Me gusta recordar estas palabras que le oí a mi abuelo Güicho (que además era muy refranero), a mis tías y a mis padres, en especial a mi papá que tenía una riqueza coloquial enorme, tanto por gusto como por interés de perito. Palabras que conocí cuando niño, que usé de joven y que en estos tiempos ya casi no se utilizan, pero que yo sigo empleando ocasionalmente para sazonar mi habla o para sorprender a mis interlocutores jóvenes (y también, seamos honestos, porque las viejas costumbres son difíciles de quitar y su empleo me sale natural).
Así que ahora pongo aquí una lista de algunas palabras que me gustan del español mexicano en desuso, para recuerdo mío, de algunos coetáneos y quizá para ayudar a algún centennial despistado a entender a sus familiares y maestros.
(La lista no es
extensiva porque no cabría toda el habla coloquial chilanga del siglo XX en un solo
posteo de blog... y tampoco se trata de hacer un diccionario de mexicanismos, ja!)
Si dice/escribe…
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Ha de entenderse…
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Abusado |
Persona lista, sagaz, ingeniosa o que aprende con
facilidad: - Ramiro es muy abusado para las cuentas. |
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Acedo |
Que se ha vuelto agrio por fermentación o
descomposición: - Las jaibas rellenas se acedaron en el camino. |
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Alipús |
Trago de bebida alcohólica: - ¡Cheto se merece un alipús! |
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Bodrio |
Cosa mal hecha o de mala calidad: - El caldo tlalpeño resultó un bodrio. |
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Congal |
Sitio de baja categoría, local sórdido, de mal aspecto
y peligroso; burdel: - La fiesta era en una fonda que parecía congal. |
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Cuate |
Amigo o camarada: - Somos cuates desde que íbamos a la primaria. |
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Chipocludo |
Algo que es muy bueno o bonito, alguien que es muy
habilidoso: - La maqueta le quedó muy chipocluda. - Juan es muy chipocludo pintando. |
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Del cocol |
Se dice de algo que va mal o que está en mal estado: - La práctica de laboratorio nos salió del cocol. |
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Desconchinflado |
Descompuesto, desarmado, que no funciona, arruinado: - Quiso arreglar el tostador y lo dejó desconchinflado. |
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Despanzurrar |
Reventarse algo que está lleno, esparciendo su relleno: - Juana se sentó sobre la bolsa y la despanzurró. |
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Díscolo |
Persona egoísta, que no comparte fácilmente: - No seas díscolo y préstame tus apuntes. |
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École |
Expresión de agrado o aprobación que se usa para
señalar que algo quedó bien hecho o que se comparte una opinión: -École, esa idea está buena. |
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Escombrar |
Despejar un espacio de las cosas que estorban, están en
desorden o fuera de lugar: - Hijo, escombra tu cuarto que parece muladar. |
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Hacerse guaje |
Hacerse el desentendido de una situación, generalmente
comprometedora: - Chole se hizo guaje para no prestarnos sus cubetas. |
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Meme |
Dormir: - Ya es hora de la meme. |
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Muina |
Enfado, enojo. También puede usarse en forma de verbo: - Tus desplantes me dan muina. - Me enmuina que no pongan atención. |
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Pesero |
Transporte público colectivo cuya tarifa era de un peso: - En la esquina puedes tomar el pesero para el Zócalo. |
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Pícale |
Expresión usada para apresurar a alguien: - Pícale con la tarea para que puedas salir a jugar. |
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Pieza |
Habitación, dormitorio o cuarto de una casa: - Yo ya me voy a mi pieza a descansar. |
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Pingo |
Niño travieso, inquieto o revoltoso: - Nacho era muy pingo cuando tenía siete años. |
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Pocillo |
Taza o vasija, generalmente de peltre, para beber café,
chocolate o té o para hervir algún líquido: - Hijo, échale otro chorrito de chocolate a mi pocillo. |
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Popof |
Persona que pertenece a una clase alta o que pretende
serlo: - Los nuevos vecinos parecen gente popof. |
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Quiúbole |
Saludo informal; también se usa como expresión para
llamar la atención o demostrar asombro: - ¡Quiúbole, Gutierritos! |
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Rascuache |
Persona o cosa de poco valor, fea o de mala calidad: - Ese pantalón está muy rascuache. |
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Ruletero |
Taxi que no tiene sitio fijo y que busca pasaje
recorriendo las calles: - Tuve que tomar un ruletero para llegar a tiempo. |
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Sosegarse |
Calmarse, tranquilizarse, reposar: - Sosiégate antes de hablar con tu papá. |
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Tacuche |
Prenda de vestir elegante, traje formal de hombre: - En el trabajo tengo que andar de tacuche. |
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Titipuchal |
Una gran cantidad de cosas o personas: - Un titipuchal de pacientes llenaba la sala de espera
en la clínica. |
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Vaquetón |
Joven holgazán, vago o sin quehacer: - No estés de vaquetón, ayúdame a cargar las macetas. |
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Vetarro |
Persona o cosa vieja o de apariencia envejecida: - Doña Trini ya se ve medio vetarra. |
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Zaguán |
Puerta grande de acceso a una casa o edificio; puerta
cochera: - Tardaron mucho en abrir el zaguán. |
Por supuesto, se me queda un titipuchal más en el tintero, como:
achicopalado (desanimado), albricias
(felicitaciones), apechugar (afrontar consecuencias), balín
(falso), boruca (alboroto), conchabar (asociar), cuelga (regalo), chambón (poco hábil), choya (cabeza), dilatarse (tardarse), endilgar
(endosar), fayuca (contrabando), harto (muy mucho), maje (tonto), mitote
(alboroto), nave (automóvil), ni fu, ni fa (ambigüedad), palomilla (pandilla), patatús
(desfallecimiento), pazguato (pasmado), picudo (hábil), pipiolera (chiquillería), pipirín
(alimento), prángana (muy pobre), rejego (renuente), telele
(desmayo), tilico (flaco en extremo), turulato (atontado), zangolotear
(agitar).
3 de octubre de 2025
¡Cítame!
1 de octubre de 2025
Estudiar en un mundo dominado por la IA
Publicado originalmente en el Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación del Tecnológico de Monterrey.